Se fue un pibe, maestro de la vida.
La voz de aquéllos, que no tienen voz; fue siempre “vox populi, vox dei”, con el coraje propio de su stirpe; los luchadores de tiempo completo, los que han visto sufrir y los que sufren.
Los que repiten consignas que no cumplen, jamás entenderán que es la grandeza; la grandeza del hombre que se entrega; que entrega el alma, así, porque nos ama y que sabe que la Patria es la confluencia; es siempre el otro y no solo en el relato.
El mas grande en este mundo de villanos; de mediocres, mezquinos mercenarios, que entregados a ese dólar miserable, pretenden juzgarlo; lo creen muerto; mas no es así, ni lo podrá ser nunca, esa especie, de gigantes, nunca muere.
Inducido a penar, por los canallas, que no tienen escrúpulos y avanzan, imponiendo sustancias peligrosas; de ese mundo, del cual no hay regreso; del que cuesta volver, recrear la vida; el fue capaz de decir que eso era grave.
Y sacó fuerzas, de esa, su desgracia, para alejar a los jóvenes que dudan, de un destino infernal y de la muerte; fue docente, por ser un elegido; mas allá del deporte y de su gloria; de esa, su inmensa gloria, ya inmortal.
El futbolista mas genial del mundo entero; el que arribó a la cúspide; el artista, era, quizá -y sin quizá-, el hombre nuevo, sin cinismo, hipocresía, ocultamiento; libre de libertad; de mente amplia; ciudadano del mundo y argentino.
Hasta donde no pude llegar, lo hizo Diego y fue mi voz y fue las voz de todos; los que luchamos, con amor, por la justicia; los que luchamos, por pueblos soberanos; los que bregamos, por la paz del mundo, con libre libertad; sin sed, sin hambre.
Que no hablen de Cristo y sean cristianos; que reconozcan a quienes tanto han hecho, desde el mismo principio de los tiempos; fueran los esenios, los fenicios, o los mayas; los gestores del enciclopedismo; románticos, utópicos; socialistas científicos, mujeres.
Revolucionarios, Populares, Nacionales, o quienes profesan el internacionalismo;
Maradona tuvo que ver con todos ellos; con nosotros; era hijo de Perón y de Fidel; pero era él; un verdadero elegido; un hombre de la historia; iluminado.
Nosotros pensamos como él; éramos pares;
creció contra la polio y la miseria; por iguales; por iguales de igualdad absoluta; libres; fraternal desde el fondo de su alma y libre;
intelectual natural, sin otra academia que la vida; esa vida que fue de hombre de mundo.
Esa vida que surgió del Lanús, Villa Fiorito; la que surcó mil mares y experiencias, siempre; ya nunca se detuvo, los humildes hermanos; hermanos del planeta, vieron en él a Dios y lo adoraron; pues descubrieron al Hijo; al Nazareno; al de la brega por la redención.
Era el Diego sublime y milagroso; era el crack, pero mucho mas que eso; desde el verbo; porque era el verbo y el verbo fue primero, por encima de su arte inigualable y su pasión; pasión inagotable, antes que nada, por los pobres; no por los pobres millonarios de la tierra.
Los que hambrean y condenan a los pueblos, en su afán de acumular; genocidas sin paz; genocidas que nunca tendrán paz, por su crueldad; esa crueldad contra la que supo pelear Diego; por nosotros y por la humanidad; por su Patria; por su Patria y por la Patria del Ideal.
Es mucho mas grande, entre los grandes; el deportista famoso -el mas famoso-, del espacio y de los tiempos; la vida terrenal y sin embargo, empalidece ésa, su fama, la condición humana; la condición humana del hombre singular;
la del inclaudicable justiciero e incomprable.
Nadie posee la estatura suficiente, ni la moral y menos aun esa canalla, del lawfare y el fake news los arrastrados mercenarios; la mafia corrupta; de medios manchados con sangre y los monarcas; la monarquía judicial, que perdura pese a todo; monarquía judicial y cagatintas, contra la libertad.
Diego, será presencia permanente y luminosa, al lado de los grandes, que queremos y están; contemporáneos, sucesores de quienes son historia; los Perón; los Néstor; los Fidel y los Cháves;
hoy, Cristina, Evo, Lula, Maduro, Dilma y vos; también yo; Justicia plena, Libertad, Soberanía.
NOVIEMBRE 26 2020
CARLOS VALLE